viernes, 24 de febrero de 2012

CUENTAS PENDIENTES


Ella desperto intentando retener el sueño, aquella pequeña pizca de irrealidad habia sido sublime, sus pestañas se negaban a despegarse, parecian amantes celosos y extasiados... quiza una lagrima incolora broto de uno de sus ojos, nadie la vio llegar, nadie la vio brillar.
La mejilla izquiera se nublo, olvido quitar el delineador la noche anterior, y alli estaban las nubes, hechas de pintura y tormenta interior.
Todavia con los parpados sellados abrazo a la almohada, era a la unica a quien no tendria que dar explicaciones, un testigo mudo, sordo... que podia guardar secretos.
Las sabanas blancas le rozaban la piel, le arrancaban la piel... aquel colchon era moldeado por su cuerpo, y conocia cada una de sus penas, cada recuerdo que repasaba en silencio antes de dormir, y cada mentira que inventaba su ser astral.
Se incorporo mientras deslizaba el canto de una de sus palmas sobre el rostro porcelanado y lleno de historia que le pertenecia, ella era joven y a pesar de eso sentia que habia vivido mas de mil años...
Ignoro sus zapatos, descalza y en puntillas tomo el libro que tanto deseaba terminar de leer, y tanto postergaba, ella no soportaba los finales... las despedidas, y los puntos finales.
Sus hojas amarillentas le recordaron el rostro de quien hacia bastante le habia regalado el ejemplar que pedia a gritos ser leido entre sus manos.
"Cronicas de un hermitaño" rezaban letras negras y estilizadas, sonrio dulcemente con un dejo de tristeza en la comisura de los labios; la figura que recordaba mientras se llenaba los pulmones con aroma a libreria vieja y diminuta se le parecia totalmente a la que el sueño le habia enseñado...
No podria esperar mas, no deseaba esperar mas, arranco su reloj pulsera y lo estrello en el suelo, sus agujas girando, corriendo una carrera interminable, la agotaban, estaba hastiada de ser victima constante de las horas.
Paso de la habitacion, al baño y luego al divan que parecia esperarla ansioso en la sala de estar.
Se acomodo con aire rebelde aun en pijamas, unos instantes despues se encontraba deborando los parrafos que la sedujeron despacio, enamorandola sin cordura, sin aviso.
De entre las paginas que estaban a punto de acabarse cayo una nota escrita por el puño de alguien que tenia un poder de sintesis excepcional... "Que no te suceda como a mi"
Un hilo delgado y amargo de saliva mordaz ahogo su garganta, el ultimo regalo de su padre, su ultimo grito de terror, su primer consejo valedero, retozaba quemando sus retinas, librando la Tercera Guerra Mundial dentro de si.
Odio y amor, melancolia y rencor, misericordia y dolor batallaban en lo profundo de su corazon, que al fin, masacrados por un silencio mortal alzaron banderas blancas sobre un mastil invisible, como su llanto, como sus sueños, como el recuerdo caprichoso que la perseguia dormido o despierto.

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